Fragmentos y comentarios de algunas lecturas

martes, 27 de marzo de 2018

Más poemas de Wislawa Szymborska


     El gran número, Fin y principio y otros poemas (ed. Hiperión) recoge dos de los mejores poemarios de Wislawa Szymborska (El gran número y Fin y principio), más otros quince poemas anteriores y aún otros cinco que en el momento de la edición del libro (1997) no estaban recopilados en un poemario por su autora. También incluye, a modo de preámbulo, un magnífico texto de la escritora y crítica literaria Malgorzata Baranowska titulado Wislawa Szymborska, poeta de la conciencia del ser, y el discurso de Szymborska en la recepción del Premio Nobel.

     Como bien señalaron en el prólogo los responsables de la edición, María Filipowicz-Rudek y Juán Carlos Vidal, en el libro trabajó "un verdadero comité de traducción". Entre ellos encontramos a Gerardo Beltrán y Abel Murcia (espléndidos traductores de otros libros de Szymborska que han aparecido en el blog), y también a Carlos Marrodán, David Carrión, Elzbieta Bortkiewicz, Xaverio Ballester y Kataryzna Moloniewicz.

      Algunos de los poemas del libro los conocía, otros muchos no, pero siempre es un placer leer a esta maravillosa poeta polaca. Sencillamente por ser como era, porque en Szymborska se adivina una forma exacta de estar en el mundo, también porque tal y como apreció Czeslaw Milosz, "nos ofrece un mundo donde se puede respirar".


ELOGIO DE MI HERMANA

Mi hermana no escribe versos
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada en el mundo escribiría versos.
Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos.

En los cajones de mi hermana no hay viejos versos,
ni poemas recién escritos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a comer
sé que no es con la intención de leerme sus versos.
Sus sopas son exquisitas sin premeditación
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.

En muchas familias nadie escribe versos.
Pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
lo que crea peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.

Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus vacaciones
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.

(De El gran número. Trad.: Gerardo Beltrán)


VIDA AL INSTANTE

Vida al instante.
Función sin ensayo.
Cuerpo sin prueba.
Cabeza sin reflexión.

Ignoro el papel que hago.
Sólo sé que es mío, no intercambiable.

De qué va la obra,
debo adivinarlo sobre el escenario.

Malamente preparada para el honor de la vida, 
soporto a duras penas el compás impuesto de la acción.
Improviso, aunque aborrezco la improvisación.
Tropiezo a cada paso con el desconocimiento de causa.
Mi modo de vivir huele a aldea.
Mis instintos son de aprendiz.
La vergüenza, al excusarme, tanto más me humilla.
Siento las circunstancias atenuantes como crueles.

Palabras y gestos irrevocables,
estrellas no contadas,
el carácter, como un abrigo abrochado, en marcha,
he aquí el penoso fruto de este apremio.

¡Si al menos pudiera un miércoles ensayar primero,
o al menos un jueves repetir una vez más!
Pero ya llega el viernes con un guión desconocido.

¿Acaso está bien? - pregunto
(con voz ronca,
pues ni me han dejado aclararla tras los bastidores).

Es vano pensar que no es más que un examen somero
hecho en un lugar provisorio. No.
Me hallo entre los decorados y veo cuán sólidos son.
Me choca la precisión de cualquier atrezzo.
El equipo giratorio funciona desde hace largo rato.
La nebulosas más lejanas ya han sido encendidas.
Ah, no me cabe duda de que esto es el estreno.
Y lo que haga
se tornará siempre en lo que hice.

(De El gran número. Trad.: Elzbieta Bortkiewicz)